Paz

Carlos Conde

4/28/20251 min read

orange and white traffic cone
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En ningún momento se disfruta tanto la paz, como cuando la hallamos en medio del caos.

Como ahora, mientras siento el pavimento de la carretera contra mi espalda, cobijada por la noche, en este sitio que elegí cuidadosamente, después de una curva y de una pequeña subida, para que no me puedan ver sino hasta el último momento. Vine aquí a esperar el último aventón.

Contemplo, mientras espero, una plantita que se aferra a la vida entre una minúscula grieta. Sonrío con condescendencia ante su esperanza.

Escucho a lo lejos el coche que se acerca, el que me dará la paz definitiva. Cada vez más cerca. Muy cerca, demasiado; escucho sonido de rechinar de llantas, del derrape inevitable por haber frenado demasiado rápido –seguramente por haberme visto el conductor en el último instante–, escucho los golpes del metal contra el pavimento cuando el coche da vueltas y termina a unos cien metros de mí. Me acerco: parece ser una familia, el papá tiene el volante clavado en el pecho, la cabeza de la mamá atravesó el parabrisas, el bebé salió volando lejos. Después de un tiempo, escucho otro auto que se acerca. Aprovecho la oscuridad para escabullirme sin ser vista.

Y yo que creí que por fin hallaría la paz.