El pórtico

Capítulo I

La receta

Abres la puerta y encuentras un paquete; como si un repartidor lo hubiera dejado. Es un libro de cocina. Qué raro; luego preguntarás si es de alguna vecina. Notas una hoja suelta. Bajo el título “Un té muy especial”, vienen las indicaciones para prepararlo y resulta que tienes todas las flores en tu jardín. Por curiosidad, lo haces y huele delicioso. Cuando estás por beberlo, suena el timbre de la entrada. No hay nadie; deben ser esos chiquillos traviesos del vecindario. Te pones a hacer quehaceres, te olvidas del té, pero al poco rato llega tu esposo y se lo toma y hasta te felicita muy sonriente por lo rico que estaba.

Capítulo II

Muerte

En la madrugada, despiertas sobresaltada, sintiendo algo sobre tu rostro, esforzándote por respirar y sin poder hacerlo. No puedes ver nada; la presión no cede y la asfixia te angustia como nada antes en la vida. No entiendes qué pasa, pero te das cuenta de que estás muriendo. Cuando estás por desvanecerte, se afloja el peso sobre ti, oyes gruñidos y quejidos, puedes respirar de nuevo, oyes un golpe seco. Tras quitarte la almohada de encima y reponerte, ves a tu esposo muerto a tu lado, con una mano sobre su pecho.

Un infarto fulminante, dicen los médicos. Luego, todo se aclara: al parecer, él quería cobrar el dinero de tu seguro de vida para irse con otra mujer, pero su corazón no resistió el esfuerzo.

Capítulo III

Nueva vida

Un año después, al salir de casa y caminar por el jardín hacia la calle, piensas en el libro de recetas –resultó que no era de nadie del vecindario– y recuerdas con extrañeza la hoja con la receta del té muy especial… nunca la volviste a ver. Al salir a la calle, experimentas una sensación sutil, tal vez indescriptible, como estar entrando en otro mundo.