Columna 1, 21 de septiembre de 2025

Carlos Conde

9/23/20252 min read

full moon covered by clouds
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El microrrelato

Eclipse

Tu mano sobre la mía, apresándola; mi mano perdiéndose en la tuya. Mi mente, que apenas empieza a saber de manos y de profundidades, casi puede ver solo una amalgama, una fusión de formas, casi sin entender que es una mano contenida en otra.

Tomada de tu mano, veo el circulo negro que hay donde antes estaba el sol. Qué curioso. ¿Se escondió, como en el juego que tanto hace reír a los bebés?, ¿fue devorado?, ¿se apagó como la lamparita de mi cuarto? Si es así, ¿cómo puedo volver a prenderlo ahora que empieza a darme miedo?

Volteo a ver tu cara y también parece ensombrecida, no solo por la falta de luz; es algo más, como una tristeza, una soledad, un miedo. Por fin, te das cuenta de mi mirada y me sonríes... ¿es mi imaginación o te forzaste a sonreír? Me dices: vamos a ponerte este lazo rojo en la muñeca; no sea que alguien te haga mal de ojo. ¿Significa eso que mi alma también puede ser devorada por el deseo o la maldad de alguien?, ¿significa que mi luz puede despertar oscuridad?, ¿significa que ya no podré volver a confiar en que tu mano siempre estará ahí para sujetar mi mano y hacerme sentir a salvo?

¿Será, ahora que lo pienso, que tal vez amo y odio este recuerdo?, ¿lo amo porque es de ti y lo odio porque me recuerda que tú, como el sol de aquél momento, fuiste devorada por una oscuridad que también se apodera cada vez más de mí?

La reflexión

Para mí, escribir sana. Escribir es sanar. Sanarme y sanar. Llevamos dentro mucho más de lo que podemos cargar, mucho más de lo que podemos entender y procesar. La mente, los recuerdos, las emociones, los sufrimientos, todo nos desborda. ¿Cómo queremos sobrevivir mínimamente sanos y dichosos si no podemos dejar salir eso que nos ahoga? Durante muchos años nos han hecho creer que escribir es cosa de profesionales, de gente con talento, con estudios, de gente que ha leído hasta henchirse y que vomita algo de todo ello, con suerte con algo de originalidad o belleza o sonoridad o impacto. Yo digo que no: que escribir es de todos y para todos. Sin importar si se hace bien o no. La emoción se transmite igual con unas líneas escritas por alguien profesional que por quien solo quiere decir lo suyo, expresarse. ¿Por qué permitimos que la palabra nos sea expropiada por los profesionales?, ¿por qué no reclamamos nuestra libertad de decir y de intentar conmovernos unos a otros, de conectar, independientemente de qué tan bien lo hagamos a los ojos de los elitistas intelectuales? Escribir es sanar y la palabra es nuestra, por más que nos la intenten robar. Recuperémosla y usémosla.

La recomendación

La historia interminable de Michael Ende.

La cita

“Si te detienes a pensarlo, tendrás que admitir que todas las historias del mundo constan esencialmente de veintiséis letras. Las letras son siempre las mismas, solo varía la disposición. De las letras se forman las palabras, de las palabras las oraciones, de las oraciones los capítulos, y de los capítulos las historias.”

Carlos Conde

Psicoanalista, filósofo, escritor, amante de la ciencia ficción.

Correo electrónico: ccondetepoz@gmail.com.

Página de escritor: https://letrasysombras.com/

Link a la columna en el diario:

https://elgallodigital.mx/3512-2/